En realidad, el atentado de Magdeburgo pone a prueba la cohesión de nuestra sociedad. ¿Cómo afronta el hecho de que ya no existen lugares verdaderamente seguros? ¿Cómo podemos evitar que nuestra convivencia esté dominada por la desconfianza y el miedo? ¿Cómo abordar este caso no con los prejuicios y las teorías de conspiración que ya circulan en varias plataformas de redes sociales, sino con los hechos que la investigación revelará al final del día? ¿Y cómo se responde de forma adecuada y, sobre todo, coherente?
En vista de la tragedia, no sólo Alemania, que ha sido duramente golpeada, debe enfrentar estas cuestiones; cuestiones similares también deben acompañar a la política austriaca en lo que respecta a la cohesión de la población. Se ha vuelto muy frágil en vista de los movimientos migratorios y, no menos importante, de los trastornos durante el período de la Corona. Y muchos instigadores políticos se complacen en impulsar aún más esta división en la sociedad.
El ÖVP, el SPÖ y Neos están negociando actualmente en Viena. Contrariamente a todas las profecías funestas, han acordado reestructurar el presupuesto. Y así se abrió el camino hacia un gobierno turquesa, rojo y rosa. Si realmente quieren llevar a Austria hacia un buen futuro, también deben cumplir otra promesa: ser una coalición centrista. La lucha contra el odio y por la solidaridad entre la población debe ser uno de los principales objetivos. Sin fantasías ideológicas, con una mirada real al estado de la sociedad.