Antes de las vacaciones: el brillo de los árboles de Navidad en plazas, patios y casas. Ciudades y pueblos compiten para ver cuál árbol de Navidad es el más bonito. Sus habitantes acuden a ellos, los admiran, sueñan.
El ánimo está animado: se espera un milagro. Facebook está lleno de imágenes idílicas estarcidas: fotografías de familias vestidas con pijamas idénticos junto a árboles de Navidad fabulosamente decorados.
Y cuando terminan las vacaciones, la pobreza de los árboles de Navidad que yacen junto a los contenedores de basura se revela en toda su “belleza”. Lamentablemente esto es algo imparable, porque todas las celebraciones llegan a su fin en algún momento. Mucha gente intenta evitar ese sombrío momento decorando árboles de Navidad artificiales o alquilados.
Es cierto que la gente está intentando culturalizar este fenómeno. Para que el árbol de Navidad con las ramas medio desnudas cerca de los contenedores no asuste a las almas sensibles, en Vilnius se han preparado hasta 115 lugares donde poder llevar su árbol de Navidad “consagrado”.
Aunque de qué hay que sorprenderse. Después de todo, la vida humana es la misma. En la juventud: alturas embriagadoras de aspiraciones y una vejez no del todo digna en una residencia de ancianos. No harás nada, una vida así está llena de vuelos y caídas.
* La columna de género humorístico “Boulevard” no se recomienda para quienes carecen de imaginación y sentido del humor.
