Este año no habrá Elf on the Shelf en mi casa. Estoy resistiendo la presión de invitar a la pequeña y traviesa criatura a nuestra casa. Sé que es la decisión correcta: no tengo la energía necesaria para controlar el comportamiento impredecible de una persona más pequeña con tendencia a hacer travesuras en la casa. Ya hay dos, lo cual es más que suficiente para mí.