El otro día, uno de esos repartidos de comida conoció muy de cerca el invierno en el distrito de Klaipėda.
Cuando cayó la primera nevada, se convirtió para él en un verdadero desafío que nunca superó.
En la carretera resbaladiza, el coche fuera de control del mensajero se detuvo sólo después de golpear con el morro la pendiente de la cuneta. Ni siquiera las albóndigas de la bolsa llegaron al cliente hambriento.
Los mensajeros venidos de tierras lejanas sólo pudieron simpatizar con sus colegas y consolarse de que el invierno lituano los está tratando muy bien hasta ahora. Y especialmente a la orilla del mar, donde la temperatura no quiere bajar de cero.
Y el futuro no es tan malo para ellos. El calentamiento global no se detendrá.
* La columna de género humorístico “Boulevard” no se recomienda para quienes carecen de imaginación y sentido del humor.