Un club en crisis, el otro en medio de cambios después de años de fracaso: el derbi urbano entre Manchester City y Manchester United nunca ha sido más glamoroso. En general, los encuentros anteriores también ofrecieron más juego que el domingo pasado por la noche. Porque el City se esforzó tanto en evitar la siguiente derrota que el esplendor futbolístico de las temporadas anteriores degeneró en un acto administrativo. El gol que dio al equipo una ventaja de 1-0 al final de la primera parte fue más producto de la casualidad que de un juego superior, una circunstancia que molestó tanto al entrenador Pep Guardiola que su celebración pareció más bien una rabieta.