No hay nada en contra de las tendencias alimentarias, pero el revuelo que rodea al chocolate de Dubái es difícil de soportar. Razón número uno: la óptica. Las hebras marrones de masa en la pasta de pistacho verde parecen gusanos. Razón número dos: el medio ambiente. El cultivo de pistachos requiere enormes cantidades de agua. Razón número tres: el sabor. Es intrusivo, artificial, desequilibrado. Sólo a aquellos a los que les gusta Dubái les encantará este chocolate.