Después de cuatro días en el mar, se acabó el combustible y al cabo de seis días se acabaron las provisiones y el agua potable. “Colocamos una lona para recoger el agua de lluvia”, dice Mohammed Joynal, rohingya de 32 años. El barco estaba apretado y hacía calor, y muchos pasajeros se desmayaron. Una mujer murió de debilidad durante el viaje.